En este artículo, vamos a descifrar los códigos secretos del lenguaje corporal para que puedas convertirte en un auténticx maestrx de la seducción.
POR REDACCIÓN MADRIDCANALLA
- Rones para almas canallas: Si no has probado estos, no sabes lo que es beber
- Mercados de barrio que molan
- Madrid se viste de gala con los Laureus World Sports Awards 2025
Cuando creías que lo habías visto todo en el juego del ligoteo, aparece la kinésica para recordarte que, mientras tu boca dice una cosa, tu cuerpo está soltando spoilers por todos lados. Porque, seamos claros, el lenguaje corporal no miente. ¡Y vaya tela con lo que cuenta!

El arte de decirlo sin decirlo
Imagínate esto: estás en un bar de Malasaña, luces bajas, música indie, una caña en la mano. De repente, alguien te lanza una mirada que dura un microsegundo más de lo normal. ¿Te está mirando porque tienes espuma de cerveza en la nariz o porque le gustas? Bienvenido al mundo de la kinésica, donde cada gesto es un «te quiero» o un «no me interesas» en clave.
La kinésica, ese arte de leer lo que el cuerpo dice, te lo deja claro, todo está en los detalles. Una sonrisa que llega a los ojos, una postura ligeramente inclinada hacia ti, o ese toque «casual» al pelo no son casualidad. Son el código secreto del amor y la atracción.

Hombres, mujeres y sus movimientos corporales
Ahora, vayamos al salseo: las diferencias. Los hombres, en su eterna cruzada por parecer alfa, sacan pecho, suben el mentón y con el la cabeza para parecer más altos, meten barriga y adoptan la pose de cowboy (manos en la cintura, zona sur marcando territorio). Mientras tanto, las mujeres juegan con la sutilidad: un toque al cabello aquí, una mirada de reojo allá, y la clásica sonrisa que dice: «quizá, pero no te emociones».
La distancia perfecta: ni muy cerca ni muy lejos
La proxémica, esa ciencia que te dice cuándo invades el espacio personal, es clave en este juego. Si alguien se te acerca a menos de 45 centímetros, está diciendo algo más que «hola«. Entre 50 centímetros y un metro, está jugando seguro, viendo si hay chispa. Más de dos metros: amigo, estás en la friendzone ya que es la distancia social normal.
Miradas y sonrisas: el combo letal
Hablemos de miradas, porque no hay nada más poderoso que ese contacto visual que dura un segundo de más. Las mujeres son las maestras: miradas fugaces, repetidas, y justo cuando te giras, zas, otra mirada. Los hombres, en cambio, tienden a ir a lo obvio: ojos, labios, o a las tetas. La mujer tras un repaso que dé de cara, siempre tiende mirar primero a los ojos, luego al resto del cuerpo y por último a la zona viril.

La sonrisa juega un un papel crucial en este cortejo, ya que hay que saber distinguir la sonrisilla de «me lo estoy pasando guay contigo» a la sonrisa educada para saber qué le caes bien a la otra persona. Todo es sentido común y tener ese desparpajo que poseemos lxs canallas con más calle que un semáforo de la Gran Vía. Hay que saber diferenciar.
Otra prueba de la mujer es enseñarte y mostrar las muñecas, ese gesto hace que esté a gusto y se encuentre en una zona de confort contigo. Pero el gesto más elocuente es el de tocarse el pelo, es un sinónimo de un «me gustas» y estás en terreno interesante.
Posturas que cuentan historias
¿Sabías que la postura también habla? Si alguien se inclina hacia ti, está interesado. Si cruza los brazos, está a la defensiva o simplemente hace frío. Los hombres tienden a adoptar posturas de poder: espalda recta, hombros arriba, como si fueran a protagonizar un anuncio de colonia. Las mujeres optan por algo más relajado pero igual de calculado: una pierna ligeramente cruzada, una mano apoyada en la cadera. Todo cuenta.
El cuerpo no miente
La kinésica es ese lenguaje que hablamos sin darnos cuenta. La próxima vez que estés en el centro de Madrid, fijándote en las miradas y gestos de los que te rodean, recuerda que todos estamos jugando el mismo juego. Sólo que unos son mejores actores que otros. Así que, levanta la barbilla, ajusta la chaqueta y deja que tus movimientos hablen por ti.
