– Andaba yo paseando por Cuatro Caminos, buscando un lugar para tomar un café y leer un rato, y mire usted por donde, me encontré en la misma calle que da nombre a esta revista. Pensé, esto es una señal.

«Por Rulo»


No tuve que buscar demasiado, a pocos metros encontré Rebel Café.

Les admito que soy más de cafetería, que de bares. Prefiero la tranquilidad de un café, que el barullo de un bar. Tiquismisquis que es uno. Rebel Café, C/ Ponzano, 90.
Siempre intento sentarme lo más cerca posible de alguna ventana, para poder leer mejor con luz natural, pero no contaba que a las 18,30 de la tarde de una tarde fría de Noviembre, poco sol había. Me senté donde pude, que tampoco estaba mal, oiga.

Una cosa que me encantó fue que una camarera me atendió en la mesa, e incluso me trajo ella misma el café, ¡Cómo lo echaba de menos! El café, muy rico. Diría que era orgánico, y ya que estaba un poco sibarita, pedí leche sin lactosa, para probar, así, a lo loco. Y todo esto acompañado por una galletita, (incluida en el precio) de ¿canela? Mis dieses. El ambiente, aunque confortable, me pareció con demasiado bullicio para ser una cafetería, y sobre todo hubo algo que no me gustó. Solo se podía usar el ordenador (o Tablet) en una mesa circular, que está alrededor de la columna central, y solo de lunes a viernes. No entiendo esa decisión, no soy muy de llevar Tablet pero, ¿qué problema habría llevando unos auriculares? Pregunto. La decoración sin ser llamativa, es práctica y tiene muy buen gusto. Hay una lámina con los diferentes tipos de café que es imposible no hacer una foto, e intentar probarlos todos, a lo largo de una vida. Otro detalle que me encantó es que es pet friendy. De hecho, no pude leer ni una página del libro que llevaba, porque estuve acariciando a la perra de mi vecina… de mesa, quiero decir. Bueno, ustedes ya me entienden.

Así que ya saben, si han quedado con algún amigo que hace tiempo que no ven, y tienen que ponerse al día, o una reunión de trabajo, vayan a Rebel Café. Como dice la canción de La vuelta al mundo en 80 días, se lo pasarán muy bien.

POR RAÚL JIMÉNEZ CARA