• EL IMÁN DE LAS TERRAZAS

  • ¿Qué tendrá Madrid que a tantas terrazas enamora? Bueno, enamora a los que consumen en ellas.
  • Pero las terrazas son la terapia que elegimos cuando tenemos que contar algo a nuestros amigos, a nuestras familias, o para quién sabe, conocer a tu cita de Tinder

«Por Patricia Martínez»



Esa estrategia perfecta para saber colocarnos, teniendo en cuenta el sol, el aire, el humo de los de al lado, dónde me verá antes el camarero, si tendrás sitio para salir al baño… Eso te lo dan años de experiencia en las terrazas.

Seguramente has pasado mucho y te has fijado muy poco, pero las terrazas son la mayor expresión de libertad que dispone la gente.

Por mucho que a veces nos toque una terraza de calle justo debajo de nuestra ventana del salón. Habrás oído eso de: ‘¿un café en la terracita?’ o lo de ‘¿una cervecita en la terraza?’. Lo de poner diminutivos a todo es otra historia. Tomar algo en las terrazas es el acto social más aceptado en todo el país. No hay discusión.

Imagen: Propiedad de Alamy – Plaza Mayor con terrazas

Desde que la pandemia llegó, muchas calles fueron habilitadas para que los bares pudieran poner un poco de césped artificial, unas mesitas y farolillos o plantitas, en la misma calzada. Y para qué engañarnos, funcionó.

Fuimos como abejas a la miel. Dispuestos todos a plantar nuestro trasero en las sillas (que en verano algunas dan muchísimo calor) y pasar la tarde o la noche, con quien se prestase. Dispuestos a pasar frío, calor, aguantar el aire frío que viene a veces, aguantar los coches pasando al lado o esa lluvia que cae pero no.

En realidad, las terrazas tienen un imán. Por si no lo sabíais. Si nos fijamos en las de la calle Ponzano, veremos que cada pocos metros hay otra nueva terraza, con otra nueva gente, con otros nuevos traseros sentados en esas sillas, pasando la tarde y disfrutando de su copita de vino.

Por los hosteleros encantados de que pasemos allí un rato, pero hay veces que si solo tomamos una infusión y estamos cinco horas, no les sale rentable. Yo te aconsejo que te muevas un poco en esas situaciones y dejes a otros disfrutones tomarse una cervecita. Pero la mitad de las veces no nos vamos.

Pero no podemos negar una cosa, que los españoles somos gente de terraza

La quinta de Ponzano está siempre llena, da igual la hora a la que vayas. La calle no es muy ancha, por lo que en hora punta, hay que hacer malabares para pasar. ¿Y la hora del vermú en los fines de semana? Encontrar una mesa ahí es otro nivel.

Ahora te hago una pregunta, ¿has pensado en los vecinos?

Sabemos que una calle con un solo bar ya puede generar ruido, pero una calle con muchos bares, genera un concierto cada noche de fin de semana. Me atrevería a decir que se quejan, pero en sus casas.

Imagen: Terracear por Madrid

Saben que a ellos también les gusta que haya vida en su calle (una de las más molonas de Madrid), saben también que a ellos les encantan las terrazas, quizá no esas o quizá sí. ¿Iban a intentar cerrar algo que les gusta? No sería posible.

Las terrazas en la calle pueden dar ruido, generar suciedad en ocasiones. Pero no podemos negar una cosa, que los españoles somos gente de terraza. Y si vamos al extranjero somos los primeros que ves en ellas.

Imagen: Chicos y chicas terraceando

En definitiva, somos unos enamorados de las calles con gente sentada viéndonos pasar, podremos hacer ruidos, podremos pelearnos por ver quién se queda la última mesa libre, pero nos encantan. Y el imán que tienen, nos atrapa.