· Repasamos Garitos y discotecas de éxito de esa época ochentera…
· Si hubo un tiempo que marcó Madrid por ser un despertar de libertad, fue en los años 80.
«Por Antonio Riaza»
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Muchos consideraron 1982 el año en que España se lanzó a la modernidad. Un estallido social y cultural de gran calado. Surgieron de ahí muchos locales y discotecas llamados cariñosamente por sus clientes como «garitos«. Hicieron «las delicias» de un público por aquel entonces «sediento» de marcha y libertad, y de hacer lo que a uno le viniera en gana. Recordamos en este artículo algunos de estos lugares ochenteros, todos ellos con sus «Pros y contras» que de todo había en «la viña del señor». Empezamos.

Tartufo
En los años 80 nace en Madrid una discoteca absolutamente elitista, muy pija y por lo consiguiente irritante e insoportable a la hora de acceder a sus instalaciones. En la calle de Víctor Hugo número 5, a escasos metros de la Gran vía madrileña. Era la discoteca por antonomasia más chic de esos años. Puerta no muy rigurosa para entrar…era rigurosísima. Un tal Carlos en la puerta se encargaba de cortar el acceso a 9 de cada 10 personas que intentaban entrar. Se creó un ambiente excesivamente exclusivo. Luego dentro del local, «el acostumbrado percal» que se vivía en sus cuatro paredes era complicado e irrespirable, con pandillitas de chicas y chicos creídos, caprichosos, y hasta amenazantes…eran los tiempos de la famosa tribu de «La banda del moco«. Una jauría vamos…Su clientela lamentó su cierre tras varios años de estar de moda.

Rock- Ola
Fue sin duda el epicentro de la movida. Estaba situado en la calle Padre Xifró número 5. Fue uno de los centros neurálgicos de este momento cultural. Por su escenario pasaron absolutamente todos los grupos que marcaron un antes y un después de la historia de la música española. También actuaban mucho grupo internacional. Sala de conciertos y sitio de reunión. Aquí prácticamente se fundó la movida madrileña. Rock Ola fue la escuela del modernismo. El 10 de marzo de 1985 sucedió algo que cambiaría el destino de este lugar para siempre. De madrugada un grupo de mods sale a la puerta, allí comenzaron a pelear con otro grupo de rockers. En esa reyerta acabó falleciendo una persona. Desde ese día se cerró el bar definitivamente. Ahora curiosamente este local es un negocio de trasteros, ni rastro de ese ambiente de renovación que se percibía en esas noches.

El Penta
Este bar abre sus puertas en el 78 como un bar moderno en pleno barrio de Malasaña. Fue pionero en establecer en España el concepto de bar de copas, combinación del bar tradicional y discoteca. Elegido por miles de jóvenes de la época como lugar de ocio, con la llegada de la denominada movida madrileña. Un templo de la modernidad. Era la segunda casa de Antonio Vega, Enrique Urquijo, Alaska, Almodóvar…entre otros muchos. En el Penta se inauguró esa sensación de libertad que corría sin cesar por las calles aledañas del barrio de Malasaña. Las hombreras, los pelos tiesos, las botas con tachuelas...era parte del mobiliario de este legendario garito que por supuesto hoy sigue dando guerra entre sus clientes. Si vas ahora a verlos, verás un espacio dedicado íntegramente al legado que dejó Antonio Vega con sus músicas e historias.


Oh Madrid.
A la salida de la carretera de la Coruña nos encontramos con la que posiblemente fue el mayor exponente de la marcha en Madrid. Con el argentino Giorgio y sus metros de altura manejando la entrada. La piscina era eso…la piscina de Madrid, espectacular. Eran muy frecuentes las fiestas romanas que causaban furor entre su clientela. Siempre en verano, el departamento de relaciones públicas, cada día, tenía preparado su fiesta más original. Oh Madrid era un lugar donde se concentraban los más afamados futbolistas, toreros, actores, gente de la música por esa época. Y vaya desfile de cochazos en su amplio parking. Chicas y chicos muy guapos todos ellos, siempre bronceados y con modelitos exclusivos que llevaban las chicas más guapas, y presumían de ello sin duda durante las tardes y noches.
La vía láctea.
Era el garito donde se acercaba todo el que quería ser moderno. Lo montó por aquel entonces Marcos López Artigas para recrear los bares de copas que había en Londres y Nueva York. Decoración peculiar. Observamos miles de pegatinas fijadas en las paredes de este local. No se puede decir que sea un garito espectacular por su decoración, es un bar muy normalito a este respecto, lo que realmente se puso de moda en la Vía Láctea, fue sus gentes, los famosos que lo visitaban, los artistas, las partidas de billar…el propietario sin duda tenía madera de convocatoria, de poder de reunión. Además, por esa época los horarios eran mucho menos rigurosos de la actualidad, entonces las fiestas, las reuniones, tertulias y bailes se mezclaban entre su clientela más fiel.


Madrid me mata.
Lo curioso del tema sobre este garito, es que, en la actualidad, en pleno 2023, sigue funcionando muy bien en este barrio. Especialmente los fines de semana los llenos son increíbles. Y da gusto entrar en este sitio y ver la decoración. Curiosos los artículos que han donado varios artistas de ese tiempo. Se puedo observar dentro, varios escaparates con estos objetos que se pueden prácticamente considerar como «oro viejo» un museo de esa movida madrileña que tanto se popularizó en este barrio popero y ochentero. Ahora, Madrid me mata está absolutamente renovado y muy nuevo. Mucho neón, muchas luces, y un personal atento y amable que no dudan en poner tus copas con rapidez. Madrid me mata tiene un cartel de eventos muy especial los fines de semana con fiestas dedicadas a esos años nostálgicos. También te puedes fijar en los cuadros que hay instalados en su local, verdaderas obras de arte se ven en este bar madrileñísimo.

Bar el Palentino.
La movida madrileña fue una etapa muy intensa, sobre todo por las noches. También había que descansar un poco. El Palentino era el típico bar castizo ubicado en la calle del Pez. Ideal para tomarte el aperitivo, coger fuerzas, pero ya de una forma más tranquila. Castro y Lola regentaban este singular bar, que estaba lleno de gente artística de esta movida. Los pepitos de ternera era lo que más se consumía en este bar, era tradicional también las cañas con banderillas. Tras la muerte de su propietario, se cerró el bar, cesó la actividad. Luego alguna empresa de franquicia con el mismo nombre quiso rentabilizarlo de nuevo, pero ya no funcionó y luego vino la pandemia. Pero sin duda fue un referente de reuniones y expresiones artísticas de este público que llenaban terrazas y garitos no solo el fin de semana, también los días laborales. Era un no parar.

El Bobia.
Era el lugar favorito de reunión de Pedro Almodóvar, los modernitos apaciguaban las borracheras de la noche, con algún licor mañanero. Vamos, que era el típico sitio para quitarse de la maldita resaca. Los domingos por la mañana estaba hasta arriba, además estaba muy cerca el rastro. La gente aprovechaba visitar el célebre mercadillo, y luego un aperitivo en el Bobia. En la película de Pedro Almodóvar «El Laberinto de las pasiones» se rodó en esta mítica terraza. Esto sin duda le dio mucha popularidad a esta terraza de los años de la movida. A lo mejor no es de los lugares más conocidos dentro del listado de sitios importantes de los años 80, pero la repercusión de esa escena que grabó Pedro de su película, alcanzó unos niveles de popularidad muy grandes en esas fechas de marcha y desenfreno.
